- Fecha de la última modificación: 28 de septiembre de 2017
Conocimientos básicos del intestino neurógeno
Autor: Dr Manuel Bea.
Fecha de edición: enero, 2017.
En este apartado vais a repasar los conocimientos básicos. Por ejemplo, a la mayoría os habrán dicho que tenéis un "intestino neurógeno". En las preguntas y respuestas de esta sección conoceréis lo que es el intestino neurógeno, sus tipos y cuáles son las normas básicas para controlarlo. También conoceréis que tipos de laxantes hay y cuando es conveniente usarlos.
Al final, podréis repasar los mensajes más importantes, las cosas que tenéis que recordar. También podréis comprobar vuestros conocimientos con unas preguntas sencillas para poner a prueba lo que habéis aprendido.
¿Qué es el intestino y cómo funciona?
El intestino es la parte del aparato digestivo donde se digieren los alimentos y se absorben los nutrientes y el agua que necesitamos. El intestino grueso o colon es la parte final del aparato digestivo. La parte de los alimentos que no podemos digerir va pasando por el intestino y forma las heces. Los restos fecales se acumulan en el tramo final del intestino, que se llama recto. Al final del recto hay un orificio que lo comunica con el exterior y que se llama ano. El esfínter del ano es un músculo que abre o cierra el paso de las heces hacia el exterior.
En el intestino grueso se forman las heces. Para empujarlas hacia el exterior, el intestino va desplazándolas con unos movimientos controlados por el sistema nervioso vegetativo, los llamados movimientos peristálticos o peristaltismo.
Cuando las heces se acumulan en el recto, notamos las ganas de ir al váter. Para que esta sensación se produzca, la información nerviosa tiene que llegar a la médula y ascender hasta el cerebro. Cuando vamos al váter, el reflejo de defecación expulsa las heces. A la vez, el cerebro manda una orden para que relajemos el esfínter anal y permitamos la salida de las heces y la defecación. Los nervios sacros son fundamentales para realizar todas estas actividades de forma correcta y coordinada. Si sufrimos una lesión nerviosa, el peristaltismo, el reflejo de defecación y el control voluntario del esfínter anal se alteran y comienzan a aparecer los problemas en el intestino.
¿Qué le ocurre al intestino tras una lesión medular?
Tras la lesión medular el intestino sigue funcionando, pero no como antes. El control y la coordinación nerviosa de la defecación se pierde en parte o por completo, según la lesión sea incompleta o completa. Al intestino que ha perdido el control nervioso tras una lesión medular se le conoce como intestino neurógeno.
En el intestino neurógeno hay tres problemas fundamentales
- Las heces se desplazan más lentas por el intestino y es frecuente el estreñimiento.
- Al estar la médula espinal dañada, la sensación para ir al váter está alterada o ausente. No se notan las ganas de ir al váter.
- El control del esfínter anal se altera y se pueden escapan heces sin darnos cuenta. Es lo que se llama incontinencia.
Hay dos tipos de intestino neurógeno, según la zona dañada de la médula espinal:
- Intestino neurógeno reflejo: Se produce en las lesiones cervicales y dorsales. En estas lesiones, los nervios y reflejos sacros están conservados. Aunque no notemos las ganas de ir al váter, el reflejo de evacuación está conservado y el ano suele estar cerrado. Podemos defecar aprendiendo a estimular el reflejo de evacuación y relajando el ano.
- Intestino neurógeno arrefléxico: Se produce en lesiones de la parte final de la médula, el cono medular o la cola de caballo. Esta es la zona que controla el reflejo de defecación y el cierre del ano. Al dañarse, no se puede provocar una deposición de forma refleja y el esfínter anal está abierto, con mayor riesgo de incontinencia.
Si no estás seguro de cuál es tu tipo de intestino neurógeno, consúltalo con el personal de tu equipo de rehabilitación.
¿Cómo puedo controlar mi intestino tras una lesión medular?
Aunque tras una lesión medular no notemos las ganas de ir al váter y a veces se nos escape sin querer, el intestino se puede controlar. No podemos vivir siempre con el miedo a que se nos escape en un momento inoportuno.
Debemos evacuar cuando nosotros queramos y marcar nuestra pauta con unos cuidados intestinales adecuados. No son reglas exactas ni que sirvan para siempre. Tampoco le funcionan a la primera a todo el mundo. A veces cuesta varios meses conseguir regular el intestino.
Con los cuidados intestinales debemos conseguir:
- Ir al váter de forma regular y programada, cuando nosotros queramos y no cuando se escape.
- Evitar los escapes y la incontinencia.
- Evitar complicaciones como el estreñimiento, las hemorroides o la diarrea.
¿Quién debe realizar los cuidados intestinales?
Siempre que sea posible la persona con lesión medular debe ser la que realice sus cuidados intestinales. En los casos en los que el tipo de lesión u otras limitaciones impidan los cuidados por la propia persona, habrá que enseñar a un cuidador para que realice todas las tareas necesarias.
¿Cuáles son las principales recomendaciones para controlar mi intestino neurógeno?
Sobre todo, hay cuatro cosas que debes recordar para mantener bajo control tu intestino neurógeno y prevenir el estreñimiento:
- Ir al váter con regularidad: Cada persona es distinta, pero es recomendable ir al váter con regularidad y a la misma hora. Algunas personas lo hacen todos los días. Otros, día sí, día no. Depende también de nuestros hábitos antes de sufrir la lesión medular. Todas las persona con lesión medular deberían ir al váter al menos 3 días a la semana.
- Llevar una dieta adecuada: Para evitar el estreñimiento, la dieta debe ser rica en fibra. La fibra la aportan las verduras, las frutas, los cereales integrales y las legumbres. Se recomienda tomar 5 piezas de fruta o vegetales al día.
- Beber suficiente agua: Deberíamos beber unos 2 litros de líquidos al día, siempre ajustándolo a nuestro control vesical.
- Mantener la actividad física: Si se realiza una actividad física y se evita el reposo en cama, el ritmo intestinal es más rápido y las heces son menos duras.
¿Qué otras recomendaciones me pueden ayudar a controlar mi intestino neurógeno?
Para mantener nuestro intestino bajo control debemos conseguir deposiciones regulares y evitar la incontinencia. Los siguientes factores nos pueden ayudar a conseguir un control más fácil:
- Ir al váter después de comer: Al comer algo se produce un reflejo que aumenta el movimiento del intestino y facilita la deposición. Se conoce como "reflejo gastrocólico". Podemos aprovechar este reflejo para ir al váter entre 15 y 30 minutos después de cualquier comida.
- Masaje abdominal: El masaje abdominal puede estimular la deposición en algunas personas con lesión medular. Consiste en aplicar un masaje circular al abdomen, en el sentido de las agujas del reloj. Podéis realizarlo antes o después de la estimulación digital, de la aplicación de un supositorio o de la extracción manual de heces.
- La posición: Es preferible sentados en el váter, porque la postura favorece la expulsión de las heces, pero también se puede hacer acostados en la cama. Poder hacerlo en el váter o en la cama depende de muchos factores. Entre otros, si eres capaz de transferir, si dispones de váter adaptado, si precisas de un ayudante o si tienes ulceras o mucha espasticidad.
- El momento del día: ¿Prefieres ir al váter por la mañana o por la noche? ¿Cuál era tu horario antes de la lesión medular? En el hospital suele hacerse por la noche, pues hay menos actividades de rehabilitación y hay más tiempo para el aseo. Una vez en casa, cada persona debe elegir su momento del día para ir al váter y hacer su aseo.
- Los Medicamentos: Algunos medicamentos producen estreñimiento. Los opioides o algunos antidepresivos se prescriben para el dolor tras una lesión medular. Algunos medicamentos para la vejiga neurógena también producen estreñimiento. Si tienes estreñimiento, pregunta a tu médico si puedes cambiar alguno de estos fármacos. Otras veces, algunos antibióticos nos pueden producir diarrea.
¿Debo tomar laxantes?
Los laxantes son medicamentos que aumentan el número de deposiciones o hacen las heces más blandas. Hay laxantes que se toman en pastilla, en jarabe o disueltos en un vaso de agua. Otros se aplican en el recto, como supositorios o enemas.
Tras la lesión medular, mientras estás en el hospital se pasa más tiempo en la cama. Los laxantes suelen ser necesarios para ayudarte a mantener el intestino regulado.
Cuando te vas recuperando y vas siendo más activo, es un buen momento para intentar retirar los laxantes. Si no estás estreñido, vas con regularidad al váter y no tienes incontinencia, no necesitas laxantes.
Deberías tomas laxantes si te mantienes activo y pese a una dieta con fibra y suficiente agua:
- No consigues un ritmo intestinal regular, todos los días o cada dos días.
- Las heces son muy duras.
- Pasas más de una hora cada vez que vas al váter.
- Tienes alguna complicación, como estreñimiento, impactación fecal, hemorroides o fisuras anales.
Consultad al personal médico o de enfermería para que os aconsejen el tipo de laxante más adecuado.
¿Qué laxantes puedo usar?
Si pese a mantenerte activo, tomar fibra en la dieta y beber suficiente agua estás estreñido, no defecas con regularidad o cada vez que vas al váter estás más de una hora, puedes necesitar laxantes. Consulta a tu médico, enfermera o al personal de Rehabilitación para que te aconsejen el tipo y la forma de tomar esta medicación.
Hay varios tipos de laxantes que debes conocer:
1. Laxantes que hacen las heces más blandas: Aunque son muy variados y actúan de distintas formas, estos laxantes son útiles cuando las heces son duras y difíciles de expulsar. También se pueden usar cuando hay hemorroides o fisuras anales. Para hacer bien su efecto se tienen que acompañar de una ingesta suficiente de agua. Deben tomarse de forma mantenida, para conseguir una consistencia adecuada de las heces. No hacen efecto al instante o a las pocas horas de tomarlos. Incluso pueden tardar varios días en notarse sus beneficios.
2. Laxantes que estimulan el peristaltismo: Estos laxantes hacen que el bolo fecal avance más rápido por el intestino y se acumule en el recto, para facilitar su expulsión. Hay que tomarlos de 6 a 12 horas antes de la hora que queramos ir al váter. Por ejemplo, si defecamos por la mañana, los tomaremos la noche anterior. Si vamos al váter por la noche, los tomaremos por la mañana. Pueden tomarse junto con los laxantes que ablandan las heces.
3. Supositorios o minienemas: Los supositorios se introducen en el recto para estimular y hacer más fácil la expulsión de las heces. Los mini enemas, de unos 5 ml, tienen el mismo efecto y se consideran equivalentes a los supositorios. Suelen hacer efecto a los pocos minutos de su aplicación.
En este vídeo se explica cómo colocar un supositorio.
4. Enemas: Un enema es la introducción de un volumen de líquido en el recto para provocar una deposición. Pueden ser sólo de agua o con sustancias jabonosas, aceite o glicerina. También hay preparados comerciales como el Enema Casen. Se usan cuando los laxantes y los supositorios no han sido efectivos. También cuando se requiere un vaciado rápido del recto, por ejemplo ante una impactación fecal. Aunque ayudan a resolver casos graves de estreñimiento o impactación fecal, los enemas no deben usarse como rutina para el cuidado intestinal de los lesionados medulares. Usados en exceso, pueden provocar lesiones en el recto o incluso episodios de disreflexia autonómica.
Mensajes importantes para recordar
- El funcionamiento del intestino y la defecación están regulados por el sistema nervioso. La lesión medular altera el control sobre el intestino y provoca el intestino neurógeno.
- En el intestino neurógeno las heces se mueven más lentas y la sensación rectal o anal está ausente o alterada. Las consecuencias principales son el estreñimiento y la incontinencia.
- El intestino neurógeno es distinto según la zona dañada de la médula espinal. Las lesiones medulares cervicales y dorsales provocan intestinos neurógenos reflejos. Las lesiones medulares bajas, sacras o de la cola de caballo provocan intestinos neurógenos arrefléxicos. Las recomendaciones y consejos para cada uno de ellos son diferentes.
- Las principales medidas para cuidar el intestino neurógeno y evitar las complicaciones son mantenerse activo, seguir una dieta rica en fibra, beber suficiente agua y defecar de manera regular.
- Los laxantes pueden ayudar a regular el intestino neurógeno pero no son imprescindibles. Consulta con tu médico sobre el tipo o la dosis de laxante que puedes necesitar.